domingo, octubre 22, 2006

Las ironías del amor

Las ironías del amor

Quién no ha leído un artículo, o libro sobre el amor. La literatura mundial está llena de ejemplos como los de Romeo y Julieta, o de amantes desdichados que en la conquista de su ser amado han perdido hasta la vida.

No existe un sentimiento más antiguo, más alabado o más criticado que el amor, para el no hay fronteras como tampoco edades, colores de piel e incluso idiomas.

Todos en mayor o menor medida nos hemos enamorado alguna que otra vez. Recuerdo el enamoramiento que los chicos de mi clase teníamos por la maestra Dora; alta, trigueña y para colmo con unas piernas que eran la envidia de las niñas y la admiración de nuestro grupo varonil.

En una ocasión cuando tenía doce años y me sentía todo un "hombre", sin saber nada de lo que en realidad significaba esta palabra, me enamoré de un chica un año mayor que yo. Mi timidez, y mi nula experiencia amorosa no me dejaban declarar mi amor a Susana. Ella, impaciente por que yo me le declarara me miraba con ojos ardientes,(palabra que hoy encuentro), pero aquellas miradas me ponían más nervioso e inseguro y el único camino que encontraba no me conducía hacia adelante sino que me alejaba de ella. Mis pies en vez de avanzar retrocedían dejando un espacio enorme entre los dos.

Un día cuando ya estaba totalmente convencido que me impondría a mi timidez, y justo en una fiesta estudiantil me acerqué a Susana, la miré con fuerza y respirando profundo le declaré mi amor. Su rostro, primero extrañado y después sorprendido esbozó una sonrisa, sus ojos me miraron de la misma forma en que los chicos descubrieron por vez primera a E.T. y de sus labios brotó la palabra más corta, la que siempre nos disgusta que nos digan y con la que todo se acaba: NO.

Había terminado mi primera experiencia amorosa y aquel día pensé de modo muy machista que las mujeres eran unas tontas, que siempre nos andaban diciendo que no, para después implorarnos. Tan seguro estaba de mi apreciación que esperé que Susana viniera a mi, lo que jamas sucedió. Hace apenas un año, veinte después de mi declaración, ella me reconoció en la calle. Después de las preguntas comunes en un encuentro de este tipo salió el tema de la declaración amorosa de antaño. Me confesó, para mi sorpresa que esperó por mí un tiempo para comprobar si era verdad lo que yo decía, por suerte ya desde hace muchos años me había dado cuenta que el único tonto era yo.

La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, es el estribillo de una popular canción salsera que viene muy bien a la sorpresa que experimenté hace algún tiempo. En un aula universitaria vi una muchacha; bella, ojos que inspiraban confianza, deseo y seguridad, mirada ardiente y picara, gestos femeninos que acompañaban su ágil cuerpo.

Esta vez la timidez había pasado de largo, la vida nos vuelve más maduros, y hasta más reflexivos. El primer día intercambié algunas miradas con ella, al siguiente me le acerqué y comentamos sobre un tema sin mucho sentido. El tercer día nos sentamos uno cerca del otro, y al quinto día se produjo lo que esperaba. Nos invitaron a un almuerzo por la culminación del curso que pasábamos, que solo duró una semana, y donde ella estaría.

La esperé en la puerta del restaurante y para disimular mi nerviosismo me leí todos los títulos de los videos que una tienda aledaña exhibía. Llegó con una falda blanca y blusa de color oscuro, y una sonrisa de mujer feliz que me hizo más feliz todavía. Me es imposible recordar lo que cenamos, pero el postre me supo a Gloria, su primer nombre.

De allí nos fuimos a bailar y en una de esas piezas que están concebidas solo para la proximidad física, mis labios y los de ella se encontraron. Besos ardientes diría un poeta. Sería acaso amor a primera vista, nadie puede estar seguro que alguna vez no le ocurrirá lo que vemos a través de tantas telenovelas.

Aquella noche, y cuando ya algunas personas se levantaban para ir a su trabajo, nos despedimos con el aroma del otro y el deseo de la intimidad más profunda. Tan perturbado estaba que no le pedí su teléfono, ni la dirección de su trabajo, y solo después que se marchó me di cuenta de mi terrible error. Pasaron las primeras veinticuatro horas y nada de ella, al cabo de otras veinticuatro horas mi teléfono sonó y escuché su voz.

Nos vimos al día siguiente y al otro y al otro, pero se me perdió al quinto día, quedamos en que ella me llamaría pero no lo hizo. Traté de no desesperarme, pero les puedo asegurar que hasta perdí el sueño, a cada minuto me decía que era la línea telefónica la que estaba ocupada, que había extraviado mi número de teléfono, que tenía mucho trabajo y no se cuantas cosas más me inventé.

Esperé nuevamente otras cuarenta y ocho terribles horas hasta que decidí buscarla. Fui cerca del lugar en que estaba su casa y allí estuve apostado por un tiempo y nada de su presencia. Me marché entonces a su trabajo y después de dar varias vueltas alrededor de su oficina ella salió y nos encontramos.

Su relato y las causas por las que no me podía ver mas eran realmente impresionantes. A pesar de su mayoría de edad aun los padres ejercían enorme influencia sobre ella y le habían prohibido toda relación con otro hombre que no fuera un viejo enamorado que la familia adoraba y esperaba le diera los tan ansiados nietos.

Hoy cuando ya ha pasado algún tiempo me acuerdo de aquella ocasión y me pregunto si en realidad el amor a primera vista existe y sí es así por qué se nos esfuma con tanta rapidez.

El tema de por sí inagotable me viene a la mente, pues mi hija que ya tiene la edad de enamorarse, me relató hace pocos días, con la ingenuidad de sus trece años la forma en que un muchacho, un año menor que ella se le había declarado.

Cuando le pregunté qué le había confesado el muchacho, ella repitió las mismas palabras que yo le había dicho a Susana veinte años atrás, entonces me acordé de aquel popular tango de Carlos Gardel y me dije que para el amor no había tiempo.

Cochabamba, 5 de mayo de 1994.

sábado, agosto 26, 2006

Crónica de un despertar demasiado temprano

Crónica de un despertar demasiado temprano. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Casi todos los días me levanto a la misma hora, cuando el sol empieza a proyectarse sobre la ventana de mi habitación, que aun con cortinas deja filtrar parte de su luz.

En ese momento parece que mi reloj interno, sí es que existe, me dice muy bajito:

- No sigas durmiendo, para qué perder el tiempo en la cama, si puedes salir, escuchar las aves cantando (por cierto algunas deberían quedarse mudas de lo ruidosas y chillonas que son), ver el sol salir, me dice mi reloj interno y me pregunto: (qué sol si en estos días no se ve)

Me convence mi reloj y me levanto, esta vez a escribir un libro que me han pedido y que se me está antojando va a ser más largo de lo que pronostiqué.

Pero hoy fue el fin del sueño. Mi esposa que se levantó temprano, hizo toda la bulla posible, desde la puerta del cuarto que cierra cuando le da la gana, hasta la del baño que nos enseñó una armonía de ruidos. Llegué a odiar las puertas, las arrancaré de sus marcos.

Un rato después el perro de la casa, el pobre, viejo como está, es un chinchoso de primera categoría y sale a la verja de la calle a ladrarle a cuanta persona ve pasar, el muy desgraciado debería quedarse mudo, al igual que algunos pájaros, serán de la misma familia?

Dispuesto a seguir un rato más en mi sueño, empiezo a escuchar las estridentes y desafinadas cornetas de los repartidores de gas, será posible que alguien se las coloque en sus oídos para que queden sin tímpanos.

Pero ya cuando el silencio volvía y con el él sueño raptado, una escoba empieza a moverse y barrer el patio de la casa del lado, increíble la vecina a las seis y media de la mañana estaba barriendo el patio, la madre que la parió.....

Me senté a escribir el libro y para llegar al máximo, los policías del Colegio del frente de mi casa, entablaron una sinfonía de silbatos, demostrando que tienen los mejores pulmones de todos los policías de la Ciudad, unido a los chóferes que con sus desubicadas bocinas ponen a todos al máximo del ruido.

En fin, ya no se sí hay ruido o no, quería escribir y me salió de esta manera.

Carlos Bravo Reyes

Agosto del 2006

miércoles, agosto 23, 2006

Amor en dos ruedas

Amor en dos ruedas.


No tema estimado lector que no voy a cambiar el tema de los comentarios semanales. El mismo sigue estando relacionado con el mundo del video,solo que hoy se une al amor.

Me encontraba en Trinidad invitado esta vez por la Universidad Técnica del Beni, para impartir unos cursos de posgrado, cuando observé lo que les comento.

Trinidad además del clima y lo exhuberante de su vegetación y ríos, se caracteriza por el empleo de un singular medio de transporte: la motocicleta.

Este tipo de transporte es muy peculiar en la región y aunque en otras partes de Bolivia, también las he observado en cantidades, nunca como en Trinidad.

Generalmente sirve como medio de transporte por el día. Incluso taxis motocicletas abundan en la región y por la noche se transforman en el hobby de los jóvenes.

La Plaza Principal es el escenario de mi narración, allí los jóvenes conversan, se piropean, discuten y se enamoran, siempre en dos ruedas.

Un domingo al caer la tarde, me llamó la atención un grupo de motocicletas que daban vueltas y más vueltas alrededor de la Plaza. En las primeras vueltas no observé nada raro, pero en las siguientes, algo atrajo mi atención. Eran las dos motos que encabezaban la marcha, tal cual un desfile militar.

En la segunda moto una pareja de jóvenes: el manejaba y ella con una sonrisa de par en par demostraba su felicidad. Los curiosos que observábamos este hecho, enseguida empezamos a preguntarnos qué sucedía. Al cabo de varias vueltas, uno de los acompañantes gritó que se trataba de una despedida de solteros, pues al día siguiente se casarían.

A pesar de lo singular de tal despedida, la primera moto fue la que me llamó más la atención. La manejaba una muchacha y detrás pero de espaldas a ella un joven con una filmadora de video grababa esta singular despedida. Entonces dígame usted estimado lector si el amor, las dos ruedas y el video no están ligados.

Carlos Bravo Reyes
Publicado en septiembre de 1992

La protección eficaz

La protección eficaz.

Los anticonceptivos se han puesto de moda en un planeta que cada día ve el sexo con más libertad y menos pudor sí lo comparamos con la visión que de él tenían nuestros padres y abuelos. Es común encontrarse en una esquina, no importa sí de día o de noche a una pareja que intercambian besos como sí fueran los últimos de su vida, como sí con ellos pudieran retener su amor.

Los moteles y otros sitios para el sexo, están de moda en cualquier ciudad. A veces se ubican sobre las carreteras de salidas de la urbe, en otras ciudades es común encontrarlos cerca de los aeropuertos como sí estuvieran dedicados a las tripulaciones de los aviones, guardando similitud con el viejo dicho de que el marinero tiene en cada puerto un amor.

Este aumento de las posibilidades de la práctica libre de lo que le llaman el amor, reduciéndolo al acto sexual, trae por supuesto miles de consecuencias. No solo las enfermedades de trasmisión sexual, como es el caso del SIDA, sino el incremento de los abortos y el aumento de niños abandonados unos y peor queridos otros.

Hoy no es nada raro encontrar numerosos anuncios publicitarios sobre las bondades de emplear anticonceptivos, con el criterio de un sexo seguro, como sí el sólo empleo de ellos nos librara de los hijos no esperados o de enfermedades de trasmisión sexual.

Numerosos empresarios más con intereses monetarios que sociales han incrementando la venta de diversos anticonceptivos donde se lleva el primer lugar el condón. Como es de esperar, en un mundo donde la publicidad, al decir de muchos es una necesidad, no podía escaparse el condón. Hace algún tiempo vi por la televisión un comercial sobre condones de marca "Pantera". La pareja tomada de las manos marchaba a la oscuridad mientras un preservativo en forma de pantera se colocaba entre ambos. Creo que sí yo fuera el muchacho con gusto aceptaría tal condón pero y ella qué pensaría.

Los nombres de los condones sugieren toda una gama de efectos subliminales: "Sultán", "Emperador", "Aladino", "Titón", "Satanás" entre otros mueven más de una neurona subliminal. Imagínese usted por un momento diciéndole a su compañera que espere un momento que no encuentra a Sultán o que el Emperador se cayó y tiene que sustituirlo por otro. Otras de las sutilezas de los condones es que vienen en tallas de diferentes números, colores para todos los gustos, incluso fosforescentes para que se vean en la oscuridad y hasta en diversos sabores.

Uno de los instantes más dramático en el empleo de los condones, me comentaba un colega de trabajo, es el momento en que debes romper el celofán en que vienen envueltos. A veces, esta acción se dificulta dé tal manera que mi amigo, perdió en una ocasión su conquista cuando su prótesis dental se salió tratando de romper dicha envoltura.

Las instrucciones que aparecen en las cajitas en que se venden los preservativos es otro de los elementos que mueven al comentario. Algunas son verdaderas obras de la imaginación, donde se explica la forma de ponerlo y retirarlo. Pero me he puesto a pensar qué sucedería sí en el momento mismo de colocarlo, el usuario descubre las instrucciones y trata de leerlas.

Tal vez una de las historias más interesantes sobre el mundo de los condones se la escuché a un amigo ginecólogo. Una tarde calurosa atendió en su consulta a una joven mujer, un poco turbada. La joven le explicó que una vez terminado el acto sexual con su marido no encontró el condón que habían empleado. Buscaron por más de una ocasión entre las sábanas, entre las prendas interiores, en la ducha y nada. Ella estaba preocupada por tener aquel objeto escondido en su interior aun cuando no sentía nada y el ginecólogo, ante tal desafío a las leyes de la naturaleza, hizo una exploración a fondo y nada encontró.

La pareja que ya había ido a otro médico con iguales resultados se encontraba desalentada. La mujer empezó a reprocharle al marido que no había empleado el condón, mientras él juraba todo lo contrario.

Llegaron a la casa y volvieron a buscar el preservativo con los resultados negativos de la mañana y ya estaba a punto de desatarse una seria disputa entre ambos cuando la perra de la casa, con un aullido propio de sus antepasados, perdió el conocimiento cayendo desmayada a sus pies.

Una vez en el veterinario y después de un serio lavado estomacal pudieron sacar los restos de un objeto confeccionado con látex. No hizo falta más comentario, la perra tal vez con el ánimo de experimentar con su pareja el empleo del condón se lo llevó, pero nadie pudo explicarse cómo fue que decidió comérselo. Por eso desde ese día cada vez que mi amigo ginecólogo escucha una historia parecida pregunta a sus pacientes sí tienen una perra en la casa. ¿ Usted tendrá alguna ?.

Carlos Bravo Reyes
Publicado en 1996

Por qué apuntes al video

Desde 1985 empecé a trabajar en el campo del video educacional, abordado como medio de enseñanza. Hasta 1995 participé en cerca de cien videos educacionales, tanto como director, guionista, editor y camarógrafo.
A la par de esta labor desarrollaba mi trabajo principal como docente universitario, por supuesto en la disciplina de los medios de enseñanza.
Fue un período muy intenso, de experiencias reconfortantes y de un aprendizaje permanente. Durante ese tiempo también escribí para varios periódicos en especial de Bolivia. En uno de ellos: "Los tiempos" escribí desde 1991 a 1996 un sección semanal sobre el mundo del video.
Algunos de esos trabajos quiero publicarlos en este Blog. Por eso es su título.
Carlos Bravo Reyes